7 de abril de 2009

El Llamado a la Ascensión.

Una vez más la primer luna llena posterior a la Primavera Boreal llega y con ella la preparación de 2 mil millones de personas para volver a flagelar y crucificar a Jesús… y después resucitarlo.


La necesidad de sentirse “salvo” enmarca la obligación de arrepentirse y sentirse miserable ante la grandeza de Dios, para poder ser digno del sacrificio magnánimo de Jesús, quien se dejó dar la más espantosa de las muertes para aplacar la venganza a su Padre y así ‘salvar’ al mundo entero.

Miedo y Amor son los dos sentimientos primarios; el resto de los sentimientos se derivan de estos dos. Totalmente opuestos y de naturaleza distinta, no podrían ser ambos pilares del mensaje de Jesús. Es decir, el mensaje de Amor de Jesús no puede estar acompañado del miedo a no ser salvo, o del condicionamiento de arrepentirse para poder recibir el perdón del Padre. Estas son ‘creencias’ judías pre-cristianas que requieren sacrificios de animales (Korban) para recibir indulgencias. ¿Acaso no corrió Jesús a mercaderes de animales en el Templo? ¿No querría acaso acabar con todo tipo de sacrificio de vidas inocentes? De ser así, ¿por qué sería su propia muerte un sacrificio al Padre?

No cabe duda que la pasión y muerte de Jesús fueron hechos lamentables, pero le dieron la oportunidad de vencer la muerte como enseñanza última de su Ascensión. Pero no su ascensión vertical al ‘cielo’ como el ingenuo de Saulo de Tarso menciona en sus cartas, sino como una ascensión hacia el interior de su Ser encontrando su naturaleza divina y descubriendo ser Hijo de Dios…

Jesús primero Asciende, al ascender descubre ser Hijo de Dios y al proclamarse como tal es asesinado. Su muerte le permite probar su grandeza divina resucitando su cuerpo. Una gran enseñanza en verdad. Sin embargo, Jesús no fue el primero, ni el último. Todos estamos llamados a la Ascensión.

El que crea en mí, hará las mismas obras que yo hago y obras aún mayores hará, porque Yo ya voy al Padre. Jn. 14:12

Rod SG

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