Guerras, conflictos, secuestros, asesinatos, genocidios, divorcios, discriminación, inquisición, conquistas, saqueos, ultrajes, violaciones, corrupción, maltratos, recriminación y demás actitudes humanas que detallan nuestra historia, tienen un mismo común denominador: la inhabilidad del ser humano para tolerar las diferencias.
Es la inhabilidad de tolerar las diferencias, la que incapacita a la humanidad y minimiza la oportunidad de convivir en armonía en una sociedad homogénea en la que razas, costumbres, religiones, creencias, ideales, filosofías, ciencias, economía, estatus social y preferencias sexuales, puedan ser tan solo expresiones de vida individuales y distintas que no afecten de ninguna forma a otros y que no sean de ninguna forma etiquetadas, condenadas o enjuiciadas.
Esta discapacidad del hombre, arraigada por la consciencia social y nunca vista como una enfermedad que puede curarse, es la causa del rechazo a personas que piensan, sienten ó creen de manera distinta. El “yo estoy bien y tu estas mal” que alimenta el egoísmo y le da combustible a la ignorancia, es la causa de tantas muertes, orfandad, miseria y desamor que han acuñado la historia del hombre por miles de años.
El ser humano está convencido de que las costumbres y creencias deben establecer los lineamientos que separan lo que está bien de lo que está mal; y es esta convicción la que complica y retrasa la cura a la discapacidad mencionada.
¿De donde nace esta forma de pensar bipolar que induce a los individuos a medir todo con parámetros basados en términos relativos como bueno y malo, exitoso y fracasado, rico y pobre, gordo y flaco, homosexual y heterosexual ó ateo y devoto? De la forma en la que su consciencia oscila de un hemisferio a otro del cerebro, generando 50,000 pensamientos por día.
Esta forma “natural” en que nuestra consciencia utiliza el cerebro para crear la mente, es llamada consciencia binaria y es la causante de que todos nuestros pensamientos fluyan y sean medidos a través de parámetros preestablecidos por la neo-corteza, responsable de registrar los pensamientos de nuestra sociedad. Así, todos nuestros pensamientos quedan sujetos de forma instintiva a una comparativa permanente con parámetros sociales que limitan nuestra razón y entendimiento, haciendo de la gran mayoría seguidores de costumbres, creencias y prejuicios que limitan la expresión de la vida con ataduras realmente virtuales.
La cura a esta discapacidad radica en la migración de nuestra consciencia binaria a una consciencia análoga (continua) que permita aquietar la mente, reducir la cantidad de pensamientos diarios y aprender a contemplar sin emitir juicios, verbales o de pensamiento.
Entre mas quieta mantengamos nuestra mente, mejor podremos contemplar la divinidad que existe en cada persona que nos rodea sin importar su raza, credo, gustos ó costumbres, y más fácil de alcanzar el amor incondicional que los grandes maestros y avatares han siempre inspirado.
Es mediante la mera observación de diferentes expresiones de vida, sin un afán distinto al de simplemente observar y aprender, que podríamos liberarnos de esta incapacidad. Tolerar y aprender de las expresiones de vida distintas a las nuestras nos permite conquistar el ego y enaltecer la divinidad que existe en cada individuo, llevando con esto nuestro ser a un estado mas elevado de consciencia y de espiritualidad.
Rod SG
3 de julio de 2008
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